De todas las alteraciones estéticas de la glándula mamaria la hipertrofia o el excesivo tamaño de los pezones es probablemente la menos conocida, la menos valorada y la menos considerada de estas patologías.
Muchas veces se confunde con areolas excesivamente grandes y en la mayoría de los casos es conocida su hermana gemela, los pezones invertidos, que esos sí que casi todo el mundo conoce.
Es el patito feo de las alteraciones estéticas mamarias.
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Pero para aquellas mujeres que lo padecen es muy importante y limitante, hasta el punto que condiciona radicalmente su forma de vestir. No pueden ir sin sujetador, el verano con los bikinis se nota mucho, con el frio, con el agua, tiene que ocultarlo con sujetadores gruesos o utilizar pezoneras de silicona, no pueden llevar ropa ajustada, etc.
Aunque sea una gran desconocida, la reducción de pezones es una técnica muy agradecida, que se puede realizar perfectamente con anestesia local, que apenas deja una cicatriz visible. Los resultados permanecen duraderos en el tiempo, no existen alteraciones de la sensibilidad y se puede preservar la capacidad de lactancia si así se desea.
Existen diferentes técnicas quirúrgicas para realizarla. Tal vez la más conservadora es la que aquí mostramos, en la cual no se altera la sensibilidad ni la capacidad de lactancia. En dicha técnica quitamos un rodete de piel en la base del pezón de un modo circunferencial respetando los conductos galactóforos (los que llevan la leche de la glándula al pezón) y dejando el capuchón o parte alta del pezón intacto.
Se dejan los puntos durante unos siete días, transcurridos los cuales se retiran y se utiliza una crema epitelizante.
Pasados quince días las heridas están perfectamente curadas y la inflamación ha desaparecido.
Los resultados son para siempre, no es una cirugía que sea necesario repetir.
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