Relación medico paciente en cirugía plástica

 

Qué difícil es…..

Como cirujano plástico que aún no se ha sometido a un procedimiento quirúrgico de ninguna índole en un quirófano, hay cosas que se me escapan. El día que vaya a un quirófano como instrumento manipulado y no como manipulador tal vez comprenda aspectos de esa relación que aún no controlo.
Debe ser difícil operarse del pecho o de las mamas con una persona que apenas conoces. Debe ser complicado poner en manos de una persona con la que has hablado una hora  aspectos de tu vida íntima o sexual tan importantes como tu pecho, tu figura, tu nariz o incluso tu parte más íntima.
Desde el  lado de la mesa del despacho en la que me encuentro todo es más fácil. Lo cierto es que si has alcanzado cierto grado de experiencia y sobre todo de honradez, tienes cierto control sobre lo que va a ocurrir con la paciente que tienes enfrente.
Lo difícil de todo esto es transmitir a la paciente que entiendes su problema, lo difícil es que la paciente entienda que es lo que tú puedes conseguir, que sus deseos y tus capacidades coincidan y sobre todo que la decisión que toméis entre los dos no suponga un riesgo para su salud.
Somos los guardianes de su confianza y de sus esperanzas, pero como los bancos tenemos intereses y letra pequeña, e incluso las famosas cláusulas suelo. Me refiero a que controlamos casi todo, pero no todo, y la paciente y su cirujano deben estar preparados para ese tanto por ciento que no controlamos y que no nos llevará al resultado deseado.
Por lo que he aprendido en estos años, hay cosas que los pacientes no aceptan y que debemos controlar durante el tiempo que tratemos con ellos.
Al paciente no se le puede mentir, ni siquiera las conocidas medidas piadosas, porque la gente no es tonta y si su principal valedor en esta relación es su cirujano, y este le engaña, las cosas no funcionarán  bien.
Al paciente no se le pueden crear falsas expectativas que vayan más allá de la ciencia o de tu habilidad quirúrgica, y esto es algo terriblemente objetivo y para nada subjetivo. Cuando no cabe, no cabe y cuando hay que hacer cicatrices hay que hacerlas, de nada vale decir que ya desaparecerán o culpar al paciente de la cicatrización. No olvidéis nunca que la balanza entre lo comercial y lo profesional debe estar perfectamente equilibrada.
Y nunca, nunca dejarlos desamparados cuando las cosas van mal. De las lecciones que aprendí  cuando era residente es que cuando aparecen complicaciones postoperatorias hay que estar encima, hay que ser pesado, citar al paciente todos los días, cuidarlo , que vea que te preocupas, que entiendes su miedo , que asumes tu responsabilidad, que le ofreces soluciones, que eres sincero , que no le culpas de nada y sobre todo que le brindas seguridad.
Si a ti te ven perdido, imaginad que pasará por su cabeza cuando los resultados no aparezcan.
No es fácil……
Ni para el paciente ni para el cirujano.
Y no es como el amor, no es eterno por más que lo cuidéis.
Lo que hoy está bien y es maravilloso, mañana se cae y ya no eres tan perfecto, ni tan maravilloso todo cambia. El cirujano plástico debe estar preparado para curarse de los desengaños afectivos que la maravillosa gravedad nos proporciona con nuestros pacientes, algo inexorable y tan cierto como que los liftings ceden, las mastopexias caen y las orejas se despegan…….
Capítulo aparte merecen los acompañantes de los pacientes, y aquí los cirujanos entenderán perfectamente a que me refiero. Todos sabemos que las cosas se complicarán casi seguro si la voz cantante de la entrevista con el paciente la  lleva el acompañante. Cuando el acompañante es el que pregunta, el que duda, el que te aprieta, el que presiona y el que te exige, tal vez sea a él al que debas operar y no al paciente. Y no estoy hablando de la madre responsable, sensata y racional que acompaña a su hija con el objetivo de protegerla, ayudarla y proporcionarle la mejor opción para operarse. No, no hablo de esas madres entregadas que ponen un punto de cordura en algunos pacientes despistados. Hablo de los otros casos en los que no todas las decisiones las toma el paciente y sí su entorno. El cirujano plástico debe ser capaz de encauzar ese conflicto y que todas las partes suban al mismo barco.
Y no dudéis por un instante que a lo largo de nuestra trayectoria profesional nos equivocaremos  a alguna vez al elegir a  nuestros pacientes, nos equivocaremos al elegir la técnica y operaremos a gente que no deberíamos operar. Y los pacientes también, se equivocaran de cirujano, se equivocaran al elegir el tratamiento y se equivocarán con sus expectativas. A mi cabeza acude de un modo recurrente una reflexión que intenta guiar mis pasos y que viene a decir que la indicación quirúrgica es el aspecto más importante de nuestro trabajo, y que estoy más orgulloso de los pacientes que no opero que de los que opero.
Loco por leer el libro del Dr. Agustín Blanch recientemente publicado ¿Y si me opero?
“La cirugía lleva el imperativo básico de la profesión médica hasta límites extremos, en los que lo humano entra en contacto con lo divino.”

 

― Milan Kundera

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